El vástago del desaparecido rey Fahd fondea su palacio flotante en S'Argamassa.
Se trata de una zona de amplias praderas de posidonia que está poniendo en peligro.
No viene sólo: le acompaña una comitiva de entre 150 y 200 personas de Oriente Medio.
Como viene siendo tradición cada verano, el príncipe Abdul Aziz bin Fahd Al Saud, último hijo del fallecido Rey Fahd de Arabia Saudí, ha llegado a las Baleares para disfrutar de sus vacaciones. Las islas mediterráneas han relevado a Marbella, destino favorito por su progenitor que cada vez que aterrizaba en la Costa del Sol y se instalaba en el Mar Mar, un palacio réplica de la Casa Blanca, la temporada turística estaba asegurada. El excéntrico príncipe está en Ibiza desde hace más de una semana. Su propio buque, el 'Prince Abdulaziz', el sexto yate más grande del planeta, fondea en s' Argamassa, en Santa Eulària.
La presencia de la embarcación de Abdul Aziz bin Fahd Al Saud ha sorprendido a los vecinos de esta localidad, ya que este tipo de barcos suponen un auténtico peligro para las praderas de posidonia oceánica que existen y que se destruyen a consecuencia del gran tamaño de las anclas. Unos negativos efectos medioambientales que ya han generado cierta polémica en la isla. Ajeno al riesgo de su ostentación, el heredero de este linaje real está más preocupado en perpetrar su excesos, tan tradicionales como su visita anual, que en el perjuicio que supone su palacio flotante de 147 metros de eslora (un Santiago Bernabéu y medio).
Imagen del príncipe Abdul Aziz bin Fahd Al Saud, ahora en Ibiza
El desaparecido Rey Fahd, cuyo oro iluminaba en verano el sur de España, se llegaba a gastar 90 millones de euros (15.000 millones de pesetas) en sólo dos meses. Su hijo no podía ser menos. Bien lo recuerdan en la bombonería Daskalidès, donde arrasó con todo para cubrir el cuerpo de una mujer desnuda. O en Lío, el restaurante de moda en Ibiza, donde dejó una propina de 80.000 euros, práctica que también conocen los afortunados 'croupiers' que el año pasado se embolsaron 30.000 euros a modo de gratificación.
Pero Abdul no viene sólo: le acompaña una comitiva de entre 150 y 200 personas, entre los que están sus guardaespaldas, familiares y un círculo de amistades salpicado de miembros de dinastías de otros reinos de Oriente Medio, algunos de los cuales (los más afortunados) se alojaron el año pasado en el Ibiza Gran Hotel, en plena milla de oro ibicenca, en suites de entre 800 y 4.200 euros la noche. Además de su impresionante yate (y una nave más pequeña auxiliar), no se despega de los Boeing 777, 737 y un Canadier Challenger, todos ellos parte de su flota particular, junto a un Rolls-Royce, su modo de transporte favorito y con el que se suele pasear por la isla.
El 'Prince Abdulaziz' que podría causar ciertos desperfectos en las aguas ibicencas, fue fabricado en Dinamarca para su padre el Rey Fahd, el barco viene equipado con una tripulación de 66 personas, helipuerto en la proa y sistema antimisiles. Tras su botadura en 1984 el Prince Abdulaziz pasó a la historia por ser el megayate más grande del siglo XX, con un extenso currículum por los puertos más lujosos del Mediterráneo, incluyendo Mallorca, Barcelona, Mijas, Marbella y ahora Ibiza, al módico precio de 20.000 euros al día por su amarre. Abdul Aziz bin Fahd Al Saud dispone de un complejo residencial de 134 hectáreas que imita la Alhambra de Granada en Riad. Es un enamorado de España, aunque no la cuide en demasía.
EDUARDO VERBO / RICARDO F. COLMENERO / elmundo.es